Los orígenes
Lasse Nielsen y su batalla contra los termos redondos
En 1981 Lasse Nielsen vivía en Ginebra (Suiza), donde estudiaba ingeniería aplicada a la edificación. Como proyecto de fin de carrera diseñó un sistema de calefacción central para un edificio de viviendas que le sirvió para obtener la máxima calificación del curso. Sin embargo, muy pocos años más tarde recibió el encargo de proyectar un sistema de calefacción y agua caliente sanitaria para un antiguo y céntrico edificio de Berna que iba a ser remodelado para convertirse en apartamentos. Se acordó entonces de su proyecto que, sin embargo, no iba a poder llevar a efecto, pues el cliente demandaba un sistema individual de agua caliente sanitaria.
Para Lasse Nielsen la solución más barata y sencilla de agua caliente sanitaria consistían en instalar termos eléctricos en cada apartamento. El problema que le surgió entonces le acompañaría en sus siguientes años como proyectista de sistemas para los mejores estudios de arquitectura de la Europa central. Los termos eléctricos eran aparatos voluminosos, enormes cilindros muy poco estéticos que los clientes deseaban esconder. Los arquitectos y diseñadores, así como los residentes de las viviendas urbanas solían buscar como alojamiento de los termos eléctricos los lugares más inconvenientes: un falso techo, un armario empotrado o el hueco de una escalera –la mayoría de las veces contraviniendo las más esenciales normas de mantenimiento que recomienda cualquier fabricante–, sin espacio para poder manipular o reparar el aparato y sin que se pudiera comprobar el goteo que la válvula de seguridad suele evacuar.
Lasse Nielsen diseñó entonces un termo eléctrico plano con dos depósitos cilíndricos. La solución le pareció que solamente podía ofrecer ventajas:
- se mejoraba notoriamente el tiempo de calentamiento, al ser los depósitos más pequeños
- se conseguía un termo eléctrico más atractivo y que dejaba de estorbar
- se solucionaban muchos problemas debidos a la presión, al conseguir que depósitos de la mitad de tamaño tuvieran que soportar menor presión por centímetro cuadrado.
Esta idea no era absolutamente novedosa. Fabricantes y caldereros de varios lugares del mundo ya la venían aplicando, sin obtener, no obstante, el apoyo de un gran fabricante. Así nació la iniciativa de una pequeña marca, WESEN, que comenzó a producir aparatos que, en un principio- se diseñaban para las necesidades de cada edificio de apartamentos y que, finalmente, se lanzó a la fabricación en serie de varias series de los más atractivos y funcionales termos eléctricos del mercado.